Las Mujeres de la Biblia

Colección Cristiana

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Ana fue una mujer judía de mucha fe en Dios. Ella estaba casada con Elganá, un respetado profeta del antiguo Israel (Samuel 1:1-2; 4-7). Sin embargo, Ana no podía tener hijos y su esposo tenía otra esposa de nombre Peniná con quien había procreado varios hijos.

Peniná se burlaba continuamente de Ana por su infertilidad. Por tal motivo, Ana le oraba a Dios con mucha fe para que le otorgara el privilegio de ser madre. Incluso, ella prometió al Señor que si la bendecía con un hijo varón ella lo educaría para servirle en el Tabernáculo (El Tabernáculo era un lugar de adoración a Dios). (1 Samuel 1:11).

El Señor escuchó las súplicas de Ana, y ella quedó embarazada y tuvo un hijo varón al que llamó Samuel. Aún pequeño, Ana lo llevó al Tabernáculo para servirle a Dios (1 Samuel 1:27-28). Cada año, Ana le hacía y llevaba a Samuel una túnica sin mangas. Después de unos años, Dios bendijo a Ana con cinco hijos más, tres niños y dos niñas (1 Samuel 2:18-21).

Catequesis:

¿Qué aprendimos de Ana?

 Aprendemos de Ana a confiar en nuestro Padre Dios, quien todo lo puede; para Él no hay imposibles. En efecto, gracias a la fe de Ana, ella pudo sobrellevar esa incómoda situación de infertilidad que causaba tanto daño a las mujeres de ese tiempo. Era frustrante y vergonzoso para las mujeres del pasado no tener hijos, debido a que sus esposos llegaban a rechazarlas. Ellos las abandonaban y se casaban con otra.

Ana pudo superar ese problema gracias a su gran fe en Dios (1 Samuel 2:1-10). El Señor se compadeció de ella y atendió sus ruegos. De la misma forma debemos actuar nosotros confiando plenamente en nuestro Padre Dios, y entregarle a Él todos nuestros sufrimientos, problemas o dificultades. Pero debemos saber, que el Señor nos bendice de acuerdo al alcance de nuestra fe. Ana es una admirable mujer de fe.